Información y consejos sobre el crecimiento y la salud de los niños,
sólo de pediatras y profesionales cualificados.

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Cómo reconocer y aliviar el dolor en los niños pequeños

El dolor en los niños es un síntoma muy frecuente que causa gran ansiedad y preocupación a los padres. A veces anticipa o acompaña a una enfermedad. En otras ocasiones se produce sin que exista una patología real que lo provoque.

Hasta hace unos años, se pensaba que los bebés y los niños no sentían el dolor en el mismo grado que los adultos.

Numerosas evidencias científicas han demostrado que ya desde la 23ª semana de gestación el sistema nervioso central es anatómica y funcionalmente capaz de percibir el dolor.

El bebé tiene un sistema de percepción del dolor y del estrés muy bien desarrollado, basado en la amígdala, la parte del cerebro que controla la ansiedad y la serenidad en todos los seres humanos. Sin embargo, ante el mismo estímulo doloroso, los bebés y los niños pequeños perciben un dolor más intenso que los adultos.

La repetición de estímulos dolorosos no tratados adecuadamente en la infancia puede tener consecuencias a corto plazo (por ejemplo, empeoramiento del cuadro clínico o más complicaciones) pero también a largo plazo (por ejemplo, alteración del umbral del dolor).

Además, a cualquier edad, incluso en la primera infancia, un estímulo doloroso deja huellas en la memoria.

Por lo tanto, siempre es necesario reconocer el dolor, evaluarlo y tratarlo adecuadamente.

Cómo reconocer si el niño pequeño (que no habla) tiene dolor

Los bebés y los niños pequeños no pueden comunicar su dolor claramente con palabras.

Por lo tanto, los padres deben tratar de entender y medir el dolor de su hijo mediante la lectura de otros signos. 

En los casos en los que hay que consultar al pediatra, cuanto más detallada sea la información que se le facilite, más preciso será el diagnóstico y más eficaz el tratamiento.

He aquí algunas preguntas que pueden ayudar a los padres a entender las características del dolor de su bebé.

Causas del dolor

  • ¿A qué cree que se debe el dolor?
  • ¿Qué lo hace peor?
  • ¿Qué lo hace mejor?

Localización

  • ¿Crees que el niño siente dolor en un lugar específico?
  • Si es así, ¿está siempre en el mismo lugar o parece que se mueve?

Duración

  • ¿Cuánto tiempo ha durado el dolor?
  • ¿Es continuo o va y viene?

Gravedad

  • ¿Qué intensidad cree que tiene el dolor (en una escala de 1 a 10)?

No siempre es fácil responder a estas preguntas. A continuación le ofrecemos algunos consejos que pueden ayudarle en esta tarea. Intenta observar estos aspectos.

EXPRESIÓN FACIAL 

  • músculos relajados (expresión de descanso, natural);
  • presencia de una mueca (tensión muscular, ceño fruncido, fruncimiento de la barbilla)
PLANTO 

  • ausente (tranquilo, sin llorar)
  • débil (moderado, intermitente)
  • intenso (tono alto y continuo)
MODO DE RESPIRACIÓN 

  • relajado (normal para el niño en cuestión)  
  • presencia de cambios (respiración irregular, más rápida de lo habitual)
ARTES SUPERIORES

  • brazos relajados (ausencia de rigidez muscular, movimientos ocasionales descoordinados)
  • presencia de flexión-extensión (miembros extendidos, movimientos rígidos y/o rápidos de flexión-extensión)
MIEMBROS INFERIORES 

  • piernas relajadas (sin rigidez muscular, movimientos ocasionales descoordinados)
  • presencia de flexión-extensión (extremidades extendidas, con movimientos rígidos y/o rápidos de flexión-extensión)
ESTADO DE SUEÑO/VIGILIA 

  • tranquilidad (silencio, descanso, sueño o vigilia alternados)
  • hiperactividad (estado de agitación, movimientos continuos sin fases de descanso)

Cómo aliviar el dolor en los niños pequeños

Qué pueden hacer los padres

Hay algunas medidas que los padres pueden tomar ahora para intentar aliviar el dolor de su hijo.

Sacarosa

La sacarosa administrada por vía oral actúa contra el dolor, ya que estimula la producción de endorfinas (hormonas que se encargan de contrarrestar el dolor): dar unas gotas de una bebida azucarada (como la manzanilla) o de leche en la boca suele ayudar a calmar al bebé o al niño pequeño, pero es importante saber que este sistema puede reducir, pero no eliminar, el dolor.

Masajes

Es una experiencia común que cuando se va a masajear una zona dolorosa con la mano, se siente un beneficio: con el masaje se activa (sin saberlo) el llamado control de puerta en la médula espinal, que bloquea la llegada del estímulo doloroso al cerebro. Es decir, el estímulo táctil actúa en competencia con el estímulo doloroso (es lo que ocurre, por ejemplo, cuando se pone una inyección intramuscular: al masajear la zona donde se va a realizar el pinchazo no se siente que la aguja está entrando). El masaje también estimula la producción de endorfinas.

A continuación, mece, masajea y acaricia al bebé para aliviar su dolor (¡y para reconfortarlo!).

Música y nanas (y voces de los padres)

Las canciones de cuna o la música relajante (o la voz tranquila de mamá o papá) también pueden ayudar con el dolor.

La combinación de sacarosa, caricias o masajes y estimulación vocal genera lo que en términos médicos se llama una saturación sensorial que a menudo puede detener el dolor y calmar al bebé.

Calma y serenidad

Recuerda también que “el dolor es contagioso”: es comprensible que estés ansiosa por tu bebé, pero debes saber que los padres estresados y ansiosos comunican la angustia al niño.

Su serenidad es (siempre) una gran ayuda para su hijo.

Medicamentos para el dolor del recién nacido y del niño pequeño

En algunos casos, el dolor requiere un tratamiento con medicamentos.

Los principios activos más utilizados en pediatría son el paracetamol y el ibuprofeno.

Paracetamol

Tradicionalmente es el analgésico pediátrico más utilizado por su eficacia y seguridad.
Debido a sus escasos efectos secundarios, está indicado como fármaco de primera elección en el tratamiento del dolor leve o moderado.

Ibuprofeno

Se trata de un antiinflamatorio no esteroideo que es una alternativa igual de segura que el paracetamol. Puede utilizarse cuando el paracetamol es insuficiente o cuando se requiere una acción antiflogística (migraña, dolor osteomuscular, dolor dental).

Pero cuidado: a diferencia de los adultos, para los que existe una dosis válida absoluta, en pediatría la dosis de analgésico debe establecerse la mayoría de las veces en función del peso y teniendo en cuenta la edad, los posibles efectos secundarios y otros aspectos relacionados con el estado clínico del niño.

Por ello, es fundamental consultar siempre al pediatra y no dar al niño ningún analgésico por iniciativa propia.

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